Favoritos_MB_webY continuamos con la tercera parte del camino del laberinto, esta vez con los tipos que existen y dónde los encontramos:

El laberinto de tipo cuadrado o rectangular es el más antiguo; la primera representación conocida está en una tablilla de Pilo y así también lo encontramos, como sello, en las tumbas del antiguo Egipto.

El laberinto de tipo redondo aparece a fines del siglo VII AC. en un ambiente etrusco itálico y luego es encontrado en monedas de Cnosos a finales del siglo III, se cree que eran usadas como mapa del célebre laberinto. Es común también en otras zonas de Europa desde finales de la Edad de Bronce.

Según la relación con el centro y la salida existen también dos tipos de laberintos. El primero es el clásico o univiario: se nos hace recorrer todo el espacio para llegar al centro, donde solamente hay una puerta de salida que es la misma por la que se entra; el centro al cual debemos llegar, nos ubica y nos hace cambiar de sentido. Hay un solo camino lo que nos hace preguntarnos ¿dónde está esa confusión que creíamos, es intrínseca al laberinto? No nos podemos perder a menos que no sepamos si caminamos hacia el centro o nos alejamos de él. Esta vez parece tener mayor sentido el laberinto. El preguntarnos porqué nos dirigimos hacia dentro o hacia fuera y sortear lo que encontraremos en el centro (ya hemos dado algunos indicios de lo que podría ser, pero siempre lo sabemos). La pregunta no es cómo salir, sino ¿podré salir vivo? Es un cosmos ordenado, si se desmadeja es un hilo.

El segundo laberinto son los mazes, de los cuales nos referimos hace un momento, donde si recorremos el laberinto seguiremos un camino correcto o incorrecto porque existe un camino bueno y otro malo que nos lleva a la salida o no. La efectividad u optimización del recorrido sería una línea recta. Los mazes comenzaron a utilizarse como jardines de setos en la Inglaterra del siglo XII, ya que eran el lugar perfecto para una cita amorosa. De ahí se extendieron por toda Europa, especialmente en Francia e Italia. Destacamos los jardines laberínticos de Andre le Notre en Versalles y el de Caboni en la Villa Pisani en Italia.

De esta forma según el tipo de laberinto, la idea de ir hacia el centro o salir de él luego de atravesarlo, se relaciona con “una propuesta que nos lleva a la interioridad (al centro de nosotros mismos)» o bien a la idea de «exploración y salida al mundo”.

La imagen del laberinto (en todos sus tipos y formas) ha sido esbozada en todos los lugares y en todos los formatos y materiales posibles, desde un trazo en la arena o en la hierba, en grabados rupestres, desde un laberinto construido con simples piedras, como pavimentos de mosaico, labrados en gemas, en los techos y suelos de las catedrales góticas (lo que será visto en detalle en el siguiente artículo), hemos vislumbrado como gran laberinto las bibliotecas y hoy en día, el laberinto ES cada gran ciudad o metrópolis, del cual sólo tomamos conciencia desde las alturas o vivenciamos de la manera más angustiosa cuando nos perdemos en pasajes desconocidos y no encontramos un guía.

La ciudad se nos presenta entonces como la perfecta imagen del laberinto y en él seguimos girando, con la posibilidad cierta que a cada momento encontremos nuestro Minotauro. No hace falta que rehuyamos la cita.

Continúa en El camino del laberinto: Iglesias góticas.

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3 comentarios en Favoritos: El camino en el laberinto 3: Tipos

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