Esta es la segunda parte de un artículo que escribí hace un tiempo pero nunca publiqué, sobre las representaciones de mujeres en la literatura de terror.
El primero fue sobre la mujer como entidad devoradora, donde uno de sus arquetipos es Lilith y ahora me enfocaré en Berenice, como arquetipo de mujer pasiva o víctima:
«La muerte de una mujer hermosa es, sin duda, el tema más poético del mundo“ (Edgar Allan Poe)
Si quisiera explicar una de las maneras en la que hemos visto representadas a las mujeres en la literatura de terror, podría dividirlas según las dos primeras fases del proceso alquímico: mujeres nigredo (Lilith) y mujeres albedo (Berenice). Madres oscuras y mujeres blancas.
Las mujeres blancas serían entonces la representación de lo femenino en su aspecto pasivo más exacerbado, virginal, víctimas, con una pasividad llevada al extremo, que provoca en los hombres el efecto contrario (la locura, principalmente). Recordemos que el albedo como etapa alquímica se asocia con Venus y la Luna.
Un ejemplo claro de esto son las mujeres en la obra de Edgar Allan Poe: Berenice, Annabel Lee, Ligeia, Eleonora, Rowena, Morella, Madeleine Usher: un sinfín de mujeres muertas o semimuertas, mujeres-niñas, esposas «fallidas» o que no cumplen su rol tradicional, porque son cadáveres, no muertas o fantasmas. Las mujeres de Poe existen sólo como vehículo de las pasiones del narrador en la mayoría de los casos y como víctimas de él también.
En la imagen: la ilustración de Harry Clarke para Berenice: «It was a fearful page in the record of my existence»
Este arquetipo literario en la literatura de terror nos muestra entonces a las mujeres como inalcanzables, frías, desconectadas de la vida y sus instintos, madres- esposas- novias fallidas que llevan a la locura y muerte, provocando en los hombres extrañas reacciones, sin ellas desearlo. De esta manera, al contrario de las mujeres nigredo que se dedican de manera activa a provocar y sembrar destrucción, las mujeres albedo (o blancas) sólo viven o se «activan» por el deseo masculino (un ejemplo clásico es la Venus de Ille de Prospero Merimée, una estatua de Venus que vuelve a la vida porque el protagonista le coloca su anillo de bodas en el dedo; siendo muy significativo que la estatua de Venus fuera una Venus púdica, es decir cubriendo su pubis y senos, una Venus pudorosa).
Podemos ver este mismo arquetipo en el cine en La novia de Frankenstein: una novia creada sólo para ese propósito que ocupa su voz sólo para oponerse al matrimonio para el cual fue creada y que desde ese momento carece de dirección, muriendo junto con la criatura. En el libro, la novia ni siquiera alcanza a existir (una vez más, su presencia sucede sólo por el deseo masculino, en este caso de la criatura necesitando una compañera y Frankenstein, agobiado por la destrucción que deja la criatura a su paso, accede a crearla, aunque luego se arrepienta y no la «active»).
Tenemos entonces en la literatura de terror más clásica una serie de figuras de mujeres muertas/no muertas: zombies, robots, fantasmas, víctimas de asesinos en serie o necrofílicos, revenantes fallidas, mujeres muertas pero que de alguna manera siguen existiendo en el presente, como Rebeca de Daphne du Maurier, mujeres con atributos que no dependen activamente de ellas (recordemos el cabello largo y los dientes de las protagonistas de los cuentos de Poe), mujeres anémicas, mujeres inmóviles, mujeres en un limbo eterno, mujeres que esperan. Es el extremo de lo femenino entendido como receptivo que, por el exceso, se transforma en un vehículo de horror.
En la literatura de terror, por supuesto, tenemos innumerables ejemplos simbólicos de mujeres de este tipo, sobre todo en sus inicios, pero quiero citar acá, mis favoritos:
- El retrato oval de Edgar Allan Poe
- La mancha de nacimiento de Nathaniel Hawthorne
- El síncope blanco de Horacio Quiroga
- Luella Miller de Mary E. Wilkins Freeman
- La chica de los ojos hambrientos de Fritz Leiber.
Muy interesante tu mirada. Me permito una observación en tanto el posteo esta dedicado a la literatura y no al cine: tu comentario sobre la novia de Frankenstein (de la criatura en realidad) refiere a lo que sucede en la película homónima. En la novela, Frankenstein comienza a crear la mujar a pedido de la criatura, pero desiste sin terminarla y esto desata la furia del engendro y el caos. O sea la novia nunca existió. Saludos
Sí, pensé que no era necesario aclararlo porque la novela se llama Frankenstein y no La novia de 😛 pero creo que sí lo voy a explicitar y agregar el artículo sobre el libro que tengo por acá.
Gracias por comentar!