Siendo hoy 20 de agosto, se celebra un aniversario más del natalicio de HP Lovecraft (nacido un 20 de agosto de 1890).
Como estoy muy feliz porque me invitaron a escribir un artículo para Viva Leer, me gustaría rescatar el prólogo que hice el 2015 para la antología ilustrada: «Chile del Terror: Visiones Lovecraftianas» de Austroborea Ediciones, que titulé: «Simpatía por Cthulhu»:
No es de extrañar que haya un segundo volumen de la antología ilustrada de Chile del Terror: Visiones Lovecraftianas, cuentos de horror chilenos, inspirados en el mundo creado por H.P. Lovecraft.
Siempre ha existido una profunda atracción por el universo lovecraftiano de parte de creadores chilenos, quienes han cristalizado este interés mediante temas musicales de diferentes bandas (por citar algunas: Dorso y Lluvia Ácida); libros como El que merodea en la lluvia (1962) de Hugo Correa, de clara inspiración en El color que cayó del cielo (1927); organizaciones literarias como la Liga Lovecraftiana (1990) con su boletín y luego la revista Yermo frío; la película de culto Chilean Gothic (2000), dirigida por Ricardo Harrington, basada en el conocido relato de Lovecraft El modelo de Pickman (1927), que tuvo su adaptación al cómic El Modelo de Pickman el 2008, por Gilberto Villarroel, autor del guión de la película Lovecraft vive en Chile: Guión y Making Of de la película «Chilean Gothic», dibujada por Gabriel Aiquel y Christian Luco; magníficas traducciones apócrifas realizadas por quien fuera llamado el sosías más claro de Lovecraft en Chile: el escritor de literatura fantástica y de ciencia ficción Sergio Meier (1965-2009); quien, como Lovecraft, tenía incluso su Providence particular, en este caso, la ciudad de Quillota. El interés por Lovecraft y su mundo motivó incluso la realización de un ciclo de charlas el 2013, llamado «Tardes Lovecraftianas». La simpatía por Chtulhu, quien incluso dormiría en el mar frente a Valparaíso (lo que explicaría MUCHAS cosas) se expresa de manera clara en esta antología, donde, tanto ilustradores como narradores se esfuerzan por presentarnos distintos rostros de un horror que parece siempre ser perfecto para Chile: monstruos marinos que varan cada cierto tiempo en nuestras costas, cuya descomposición impide identificarlos y que causan la impresión suficiente para una nota breve en los diarios locales; poblaciones rurales, semiabandonadadas, alejadas de las grandes ciudades donde todos los vecinos se conocen y un extraño puede perderse fácilmente; tradiciones de pueblos originarios que combaten a otras tradiciones aún más antiguas y ominosas; un ambiente de decadencia y abandono generalizado; el cual se puede apreciar en todos los cuentos de esta antología. La fascinación por monstruos, linajes malditos y hechicerías arcanas resuena hondamente en Chile, sin ir más lejos, recordemos que el juicio a los brujos de Chiloé fue en 1880, setenta años después que nos hubiéramos constituido como República (por dar un ejemplo, los juicios a las brujas de Salem fueron en 1693). La eterna fascinación por estos temas aparece claramente en las antologías de cuentos de terror chilenas publicadas hasta la fecha, desde el clásico El Cuento Chileno de Terror (1986), producto del concurso de un Banco, donde participaron, entre otros escritores, Poli Delano, Gonzalo Contreras y Mariana Callejas; los cuentos de Tomas Harris, con clara inspiración lovecraftiana en Historia Personal del Miedo (1994); la antología de escritores contemporáneos: Cuentos chilenos de terror (2010), con una variedad de voces y temas que abarcan desde la fantasía hasta el terror propiamente tal y Chile del Terror – Una Antología Ilustrada(2014), antología que precede a este volumen y que ha permitido visualizar algo interesante que ha sucedido con esta iniciativa literaria: Chile del Terror se ha transformado (quizás, de manera inconsciente) en un ejemplo chileno del mismo círculo de Lovecraft. Internet ha permitido compartir historias, pedir opiniones, continuar un trabajo con el apoyo de otros admiradores lovecraftianos, reemplazando las interminables cartas por un blog y una página en Facebook donde se reciben trabajos literarios e ilustraciones de los rincones más lejanos de Chile. De esta manera, así como el universo original lovecraftiano se siguió expandiendo gracias al incansable trabajo de August Derleth y su editorial Arkham House (y a todos los escritores que componían el Círculo de Lovecraft: Clark Ashton Smith, Robert Bloch, Robert E. Howard, Frank Belknap Long, Donald Wandrei, además del mismo H.P. Lovecraft) e innumerables publicaciones en revistas pulp de la época como Weird Tales, Chile del Terror ha seguido esa senda: pidiendo y recibiendo publicaciones y colaboraciones constantes, sobre distintos temas, que luego de un trabajo de curatoría de todo el material recibido (realizado en esta ocasión por Fraterno Dracon Saccis) ha podido ser impreso por Austrobórea Editores, en su misión de publicar «narrativas del borde». Las narraciones y dibujos de esta segunda antología nos muestran posibles continuaciones de temas lovecraftianos o se inspiran derechamente en relatos canónicos, como la continuación de El modelo de Pickman (que vemos ha sido una fuente de inspiración constante) en La verdadera historia de Richard Upton Pickman por Patricio Alfonso, miembro original de la Liga Lovecraftiana y quien en esta historia sobre monstruos, termina contándonos qué es lo que realmente le habría interesado retratar a Pickman. En esta historia prima (como en la historia original) todo lo que no se dice, por lo cual resulta interesante la colaboración de la ilustradora Ana Oyanedel, quien hábilmente reelabora el clásico grabado de Goya: El sueño de la razón produce monstruos colocando a Pickman como el soñador durmiente sobre la mesa, de donde nacen los monstruos que solo podemos imaginar, ya que nunca son descritos. En esta oportunidad las criaturas son figuras nebulosas, con rasgos antropomorfos muy difusos (distintos a los búhos y murciélagos del grabado original) quienes además parecen invadir y atormentar a Pickman, siendo acorde con el relato original y además con la reinterpretación que realiza Patricio Alfonso. Tenemos también un relato sobre cómo este horror sobrenatural está presente si es que ponemos realmente atención a lo que sucede a nuestro alrededor, en una historia clásica de maldiciones y brujería: Los gatos de la señora Dark de H.E. Pérez, que además enlaza con otro tema favorito de Lovecraft: los gatos como seres sobrenaturales (ver Los gatos de Ulthar, sin mencionar los poemas). Alex Olivares, el ilustrador, resume en una sola imagen toda la historia, destacando a los gatos como tradicionales familiares demoníacos, sirvientes de brujas y a la bruja en un sitio central, como la provocadora de toda la historia que se leerá. Fraterno Dracon Saccis nos muestra qué habría pasado con Lovecraft si todo lo mencionado en sus cuentos y relatos hubiera desencadenado realmente el Apocalipsis en Yo soy Arkham. Es un relato breve, pero que da cuenta de todo el universo lovecraftiano en un par de páginas (por el tipo de Apocalipsis que se desencadenaría) y que el ilustrador El Otro, pone en relieve utilizando un contrapicado, donde vemos cómo se abren los cielos en forma de espiral mediante la invocación que realiza la figura central. Es un dibujo que juega con el tópico de los campesinos que portan antorchas para quemar al monstruo de turno y que se enfrentan en esta ocasión a una figura poderosa que rinde culto a seres mucho más poderosos aún. Es un gran detalle que solo aparezca bien definida la figura central y la mansión y que el cielo sea una espiral (recordando un clásico del horror como Uzumaki, Vol. 1 de Junji Ito). También inspirándose en un cuento de Lovecraft, Paul Eric da una vuelta de tuerca perversa al conocido relato: Herbert West: Reanimator, en El espejo. En un juego de confusiones de género y de búsquedas del conocimiento, el ilustrador Jonathan Cheuquén Oviedo nos presenta a Herbert West, como una suerte de Ángel Exterminador, quien insufla nueva vida a una criatura en la sala de operaciones, siguiendo los pasos del inefable Doctor Frankenstein, de quien West es claro deudor. Javier Maldonado en su relato En las profundidades, en un estilo inspirado en las leyendas urbanas, explora el destino de los niños que entran a un edificio abandonado donde no deberían y que se sumergen en una piscina abandonada, con todo lo que eso puede implicar. Lo semejante atrae a lo semejante. Así es como el ilustrador Johnny Aracena nos muestra en una imagen, muy sencilla, pero efectiva; el destino de esos niños, en una suerte de exvoto ilustrado, que en vez de ser una ofrenda que dejamos como recuerdo o gratitud por algún milagro o favor concedido, es una huella del horror sucedido, como una advertencia clara. Pablo Espinoza Bardi nos cuenta en La iniciación, un ejemplo del mal que se transmite en los linajes familiares, más aún cuando se intenta esconderlo. Sabemos ya que todas las taras resultan evidentes de modo físico en el mundo lovecraftiano (Wilbur Whateley, su madre Lavinia, Arthur Jermyn, los habitantes de Innsmouth, etc) y el ilustrador All Gore, se encarga de manifestarlas a través de la figura central, con aires reptiloides, en un paisaje de pesadilla, invocando seres de pesadilla que solo se han materializado a medias. Michael Rivera Marín especula sobre la complicada infancia de Lovecraft en Experiencia Primigenia. En esta oportunidad resulta interesante el desarrollo de cómo habrían chocado las rarezas de Lovecraft, un niño enfermizo, siempre muy bien vestido (quizás demasiado para un niño) con un grupo de compañeros de colegio y cuánta relación habrían tenido esos universos de pesadilla con el recuerdo de una infancia en la que se haya sufrido abuso y en la solución para poder enfrentarlo. El ilustrador iGhor Alarcón pone de manifiesto el resultado de ese abuso y no solo en la creatividad infantil para sobrellevarlo, sino en el desenlace que implicaría el transformarse en un monstruo poderoso, haya sido de la profunda imaginación lovecraftiana o no. Aldo Astete Cuadra también vuelve al formato de leyenda urbana para contar sobre los horrores que se desencadenan cuando entras a filmar a una Necropolis. En un relato que trae a la memoria a The Blair Witch Project, donde el sobreviviente de un grupo narra una historia de horror que solamente finalizará con su muerte (como toda historia lovecraftiana que narre un sobreviviente). El ilustrador Carlos Eulefi (autor también de las portadas de la colección HP Lovecraft de Edisur) optó por mostrar gráficamente el horror que existía y que fue grabado en el cementerio, horror que persigue a nuestro protagonista. Armando Rosselot y su Encuentro en el Parque Styx, en un cuento también muy breve (casi un microcuento), nos relata qué sucede a orillas del río Estigio, río que separa el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. El dibujo de Luis Naranjo Rojas, recuerda igualmente un exvoto, el peregrino que traspasa el río se transforma en un símil de San Cristóbal, pero no transporta exactamente a Cristo en su espalda. El Estigio, es el lugar de castigo para los coléricos, quienes están condenados a nunca traspasar sus aguas. Se ahogarán en ella, como se ahogaron con su ira, en vida. Y para finalizar esta antología, Sergio Fritz Roa, también miembro fundador de la Liga Lovecraftiana, retoma la tradición epistolar para narrarnos mediante un diario de vida sobre la fortuna de un investigador perdido en el sur de Chile en el relato En los dominios de la serpiente. En el dibujo que antecede la historia, realizado por Visceral, se muestra el culto a la serpiente, presentando a los dos protagonistas de esta historia, una machi y un investigador que compartirán un macabro destino. Si pudiéramos clasificar el tema principal de todas las historias que se seleccionaron para esta segunda ocasión, sería justamente lo siniestro: entendiendo que la mayoría de los temas escogidos se alejan de un terror ya conocido y familiar a los fanáticos de Lovecraft (el llamado horror cósmico, aunque hay dos excepciones) a un terror que se acerca a situaciones, lugares y palabras locales, familiares, que en algún momento se tornan desconocidas. Historias sencillas, pero no por eso menos perturbadoras, algunas siguen la estructura de las «leyendas urbanas»: una historia macabra, que nos parece haber escuchado en alguna ocasión «del amigo de un amigo» y otras siguen las pautas clásicas del trabajo de Lovecraft: eruditos que se enfrentan a los monstruos desconocidos, con riesgo de cordura y de su vida y monstruos desconocidos (pero familiares a aquellos que han leído Los Mitos de Cthulhu) que aguardan pacientemente que alguien los enfrente para desatar el caos al cual están destinados. ¿La han leído? ¿Qué les pareció?
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