El 2015 tuve la oportunidad de presentar esta colección de ensayos sobre el vampirismo de Patricio Alfonso, editado por Piedrangular, ensayos que me siguen pareciendo de lo más interesante que he leído sobre el tema, por las reflexiones que generan sobre algo que puede parecer trillado a estas alturas.
Con prólogo de Martín Bakero, terapoeta y músico, quiero destacar que éste es un libro azaroso, como salido de un espejo. Si bien, existe mucha información sobre el vampiro en el mundo del cine, sin ir más lejos el magnífico Hollywood gótico: La enmarañada historia de Drácula de David J. Skal, publicado en español por Espop Ediciones, que cuenta (entre muchas otras cosas) el proceso de realización del Drácula de Lugosi; libros como éste, un breve ensayo filosófico sobre los múltiples significados de la figura del vampiro, son muy pocos.
Existe un artículo del filósofo argentino José Pablo Feinman, en el libro Pasiones de Celuloide: Ensayos y Variedades Sobre Cine, sobre los vampiros en el cine, que hace referencia a la amalgama de características que unen a las películas de terror y películas de vampiros (ambas no son necesariamente lo mismo), por ejemplo que uno de los mecanismos efectivos del cine de terror consiste en debilitar las puertas que el adentro ha construido para impedir la irrupción del afuera. Cerrojos, llaves, puertas, ventanas, cursos de agua, tener que ser invitado, pese a todas esas trabas, el afuera se cuela en lo de adentro, un detalle que aborda Alfonso debido al lugar de donde vienen los vampiros: el espejo, lo imaginario, los sueños.

En El azogue de China Miéville descubrimos justamente que los vampiros surgen del mundo que está detrás de los espejos, del mercurio (azogue) utilizado para recubrir los mismos (sustancia que además resulta tóxica para los mortales) que es una suerte de portal entre mundos. De esta manera resulta muy adecuado para esta obra el epígrafe de Alejandra Pizarnik: «Porque nadie tiene más sed de tierra, de sangre y de sexualidad feroz que estas criaturas que habitan los fríos espejos». Mercurio: dios de ladrones. Lo inconciente. Cargas de profundidad que lanza el inconciente al conciente, apariciones, donde el vampiro está mucho más cerca de la víctima porque depende de ella, no puede aparecer sin ella. Lo reprimido retorna desde adentro y por eso la irrupción es más fuerte e imperecedera. Seguirá apareciendo porque lo convoca la misma víctima. El vampiro es atrapado por el deseo de la víctima.
Otro ensayo clásico en españo es el de Pilar Pedraza, escritora y profesora de cine (nuevamente profesiones afines): Espectra: descenso a las criptas de la literatura y el cine donde explora distintas facetas del miedo y la fascinación que provoca en el hombre la imagen de la mujer siniestra: como un cadáver que desafía la muerte. Acá, Patricio Alfonso nos habla de la vampira como antimadre, familias y linajes de sangre. La vida, como el lenguaje, es un contagio. Alimentarse de sangre, no de leche.
En el ensayo «La indigencia del monstruo», el autor deja en evidencia otros fenómenos de la especularidad del doble, de su ubicuidad. El cochero y el conde Drácula son lo mismo en un momento de la escena. Como en el sustrato de los sueños donde todos los personajes son emanaciones el propio soñante. Quizás en los sueños nos encontramos con todos nuestros dobles y nos volvemos a ver más allá del espejo, más allá de lo imaginario, antes de la especulación. La seducción de lo que ya no se refleja. Todo es real.
Así, podemos dormir tranquilos porque por fin se ha editado este anatomía y disección del vampiro, en tanto que personaje del mundo de los sueños y los espejos.
Quedan todavía algunos ejemplares en Fílmico.
Hablamos de este libro in extenso en Que Leo Forestal:
5 comentarios en Libro favorito: Drácula frente al espejo