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Sigo con el segundo artículo de la serie de laberintos en iglesias góticas, esta vez relacionada con la descripción y explicación de su presencia en algunas iglesias clásicas como Amiens y Chartres.

Sobre los laberintos en general (obsesión particular desde tiempos inmemoriales), en el blog dejé tres artículos acá.

El arte del embaldosado del suelo de las catedrales había adquirido en la Edad Media suficiente perfección para asegurar a los historiadores materiales suficientes parta tener variedad de dibujo y colorido. Los laberintos se trazaron generalmente en el punto de intersección de la nave y el crucero.

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En Amiens se puede observar en el centro, una gran lámina en la que se había incrustado una barra de oro y un semicírculo del mismo metal representando la salida del sol en el horizonte. Más tarde, el sol dorado fue sustituido por uno de cobre, que desapareció a su vez, para no ser sustituido ya.

En cuanto al laberinto de Chartres, dibujado en el pavimento de la nave, está compuesto por toda una serie de círculos concéntricos que se pliegan unos a otros con una variedad infinita. En el centro de esta figura, vemos la antigua lucha de Teseo contra el Minotauro. Un nuevo intento, por tanto, de infiltración de materiales paganos en la iconografía cristiana y, en consecuencia, de un evidente sentido mítico-hermético.

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Una de las explicaciones del uso de este símbolo es la existencia del llamado laberinto de Salomón, que es una figura cabalística que se encuentra al principio de algunos manuscritos alquímicos y que forma parte de las tradiciones mágicas atribuidas al nombre de Salomón. Se trata de una serie de círculos concéntricos, interrumpidos en algunos puntos, de modo que forman un camino impactante y complejo. La imagen del laberinto se nos presenta, pues, como un emblema de la obra de arte completa, con sus dos mayores dificultades: la del camino que hay que seguir para llegar al centro y la del otro camino que el artista debe seguir para salir de él. Aquí es donde necesita el hilo de Ariadna (1) si no quiere ser engañado en los meandros de la obra y verse incapaz de encontrar la salida. Ariadna, la araña mística, escapada de Amiens, sólo ha dejado el rastro de su tela en el pavimento del coro…

Recordemos, por cierto, que entre los antiguos laberintos, el de Knosos, en Creta, se llamaba Absolum. Y observemos que este término es muy parecido a «absoluto», que es el nombre con el que los antiguos alquimistas designaban la piedra filosofal. De este modo, podemos considerar el Laberinto como un camino o intermediario del Conocimiento o Iniciación en los Misterios, con las pruebas que el alma debe afrontar y salvar en su transformación psicológica. Entrar en el Laberinto supone un conocimiento previo de cuál es la «puerta» que permite su encuentro; es decir, una vez vislumbrado el Laberinto, es el camino o el intermediario hacia el Conocimiento, la Tradición misma, con sus símbolos, ritos y mitos.

El Laberinto se dibuja entonces, después de la entrada al Templo (lugar de la pila bautismal) y antes del acceso al altar; en el centro, más o menos, del Recipiente, ya que el altar simboliza el centro o el punto donde las influencias espirituales «disminuyen»: donde el espíritu se materializa espiritualizando la materia. Así, la idea de Orientación es fundamental para entender el simbolismo del Laberinto, que está entre el bautismo de agua (baptisterio) y el bautismo de fuego (altar) y que corresponde, en la obra alquímica, al Blanco. Además, en el Árbol Sefirótico cabalístico, el Laberinto correspondería al Mundo de Yetzirah, entre Yesod [ la Fundación, también la Luna ] y Thiferet [ el Amor, también el Sol ]. Asimismo, en el Adam Kadmon Primordial,  el Laberinto se encuentra en la zona del vientre.

Notas

  1. El Hilo de Ariadna es el que permitió a Teseo cumplir su misión. Ariadna es una forma de ariagne (araña), por metátesis de la i. Por lo tanto, puede leerse arahné, arahni, arahgne. ¿Acaso nuestra alma no es la araña que está dentro de nuestro propio cuerpo? En provenzal, el hierro se llama labourent e irán, según los diferentes dialectos. El divino Aries es el Hiram masónico, el arquitecto del Templo de Salomón. Los felibres (en lengua de oc) llaman a la araña: aragno e iragno, airagno, en picardo, se dice arégni. Pero aún hay más. El verbo apva expresa el tipo de estrella que se levanta del mar: del cual deriva apvav (ariano), la estrella que se levanta; es, pues, el Oriente, por permutación de vocales. Además, apvw tiene también el sentido de atraer, por lo tanto, apvav es también el imán. Si volvemos ahora al origen del latín sidus, sideris, rompe, reconoceremos nuestro aran, Irán, en provenzal airan, en griego apvav, el sol que se alza.  

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1 comentario en Laberintos en iglesias góticas 2: descripción y explicación de su presencia

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