El domingo 23 de enero a las 21:00 hrs en el marco del ciclo «Metamorfosis, una ciudad mutante» de Fundación Plagio, vi el cortometraje «Los huesos» de Joaquín Cociña y Cristóbal León, en el Palacio Pereira, seguido de un conversatorio de Álvaro Bisama con Joaquín Cociña.
Había visto el corto antes en mubi, este segundo visionado fue hermoso, además de escuchar las ideas de uno de los autores:
«Los huesos» es un cortometraje en blanco y negro que ganó el 78 Festival de Venecia y que en sólo 14 minutos nos muestra un drama gótico perfecto. Puro «chilean gothic».
Lo primero que llama la atención es que el corto se presenta como el rescate de un corto antiguo, realizado en 1901 («el primer corto en stop motion del mundo») y que los autores sólo han descubierto, cuando excavaron el 2021. Esto nos recuerda el principal mecanismo del gótico, los manuscritos encontrados, el pastiche, las novelas armadas como diarios con múltiples voces, donde ningún narrador es fiable. Como los supuestos manuscritos medievales que los autores rescatan y ponen a disposición del público (como es el caso de «El castillo de Otranto» de Horace Walpole). Es un pasado inventado, una simulación, un revival de un pasado que nunca existió, que los autores mismos construyen, creen y le dan vida.
Lo que nos muestra el corto es a Constanza Nordenflycht (niña) realizando un ritual, con los huesos de Diego Portales y de Jaime Guzmán. Los conjura, vuelve a recrear sus cuerpos, se casa con Portales (el «sacerdote» es Guzmán) y luego se deshace de ellos quemándolos (junto con el certificado del matrimonio que nunca tuvo con Portales). La estética del corto recuerda mucho a Joel Peter Witkin, especialmente por el uso de calaveras y partes humanas casi como bodegones, naturaleza muerta. Podemos ver el artificio (podemos ver los cables que mueven a los personajes y desde el inicio se nos presenta como una obra de teatro, con un telón que se abre para dar paso a la representación), es decir: es una obra de teatro dentro de un corto animado.
Para Joaquín Cociña: «el arte es creación de una vida artificial que hay que alimentar, es la contraposición de algo orgánico. .. nuestro arte se descubre en el taller y los finales son abiertos». Algo interesante es que los creadores son a su vez, parte de la obra, el cuerpo de Joaquín es el cuerpo de Diego Portales, el torso es del productor y el cuerpo de Jaime Guzmán es de Cristóbal León. Los creadores no sólo han descubierto este corto, han creado verdaderos monstruos, que combinan lo real/tangible con lo prohibido y que vemos aparecer y desaparecer una y otra vez. La identidad de Portales y Guzmán en este corto es un híbrido, un producto liminar, algo inhumano y realmente monstruoso. Un diálogo con el pasado y el presente, utilizando cuerpos vivos, nada más ni menos que los de sus creadores, como si el doctor Frankenstein prestara partes de su cuerpo para armar a la criatura.
Es una obra muy breve, pero que se puede interpretar a muchos niveles, para mí Constanza es Chile, un Chile abusado, que busca venganza y que la realiza a través de la destrucción de las dos Constituciones de Portales y Guzmán. Presa en un romance que nunca existió, excepto en su mente (Constanza tenía apenas 14 años cuando Portales abusa de ella) y esperando un matrimonio que jamás llegó, pese a los hijos en común. Es una metáfora perfecta, del constante retorno de lo reprimido en Chile, rastros de un pasado podrido que aún perviven, legados que se niegan a morir. El ritual de Constanza/niña es un exorcismo, un exorcismo risueño, como puede ser el de una niña divirtiéndose con los huesos de un cementerio, haciendo que cobren vida, jugando, sin tener mucha conciencia de lo que está bien y mal. El humor y el horror se imbrican.
El pasado de Chile vuelve porque no puede descansar y vemos este eterno ciclo de repeticiones, esta “compulsión a la repetición” como una de las manifestaciones de la pulsión de muerte (Freud). No es casualidad que la idea de este corto se gestara luego del estallido social del 18 de octubre, donde todos los fantasmas del pasado (represión, muerte, tortura, mutilaciones, desapariciones) aparecieron frente a una posibilidad de cambio real. El corto se presenta entonces como un conjuro mágico que quiere evidenciar este ciclo y comenzar uno nuevo (con la escritura de una nueva Constitución, base angular de lo que es Chile/Constanza).
¿Lo vieron? ¿Qué les pareció?