El 28 de enero de 2022, me invitaron a presentar el libro «Ficciones de la Quinta Era Glacial y otros relatos insólitos» de Ilda Cádiz, autora pionera de CF y fantasía, publicada por Imbunche Ediciones.
Acompañada por Gonzalo Pedraza y Macarena Cortés de la editorial, por Luis Saavedra, autor de ciencia ficción quien ha luchado todos estos años para rescatar la obra de Ilda y Álvaro Cádiz, sobrino de la autora, esto fue lo que dije:
https://www.facebook.com/imbuncheediciones/videos/633828511268917/
Ilda Cádiz fue una escritora pionera chilena de ciencia ficción y fantasía, contemporánea de Elena Aldunate (publicada también por Imbunche Ediciones) y Hugo Correa, cuya obra ha sido republicada en los últimos años. Sin ir más lejos, en 1975 fundó el Club Chileno de Ciencia Ficción justamente con Hugo Correa, Elena Aldunate y Antonio Montero, quien publicaba bajo el seudónimo Antoine Montaigne.
Para situar qué estaba pasando en el mundo de las mujeres que escribían ciencia ficción estadounidense por esos años, cuando Ilda publicaba su antología de cuentos «La Tierra dormida» en 1969, se publicaba también «La mano izquierda de la oscuridad» de Ursula K Le Guin y cuando escribía en 1975: «La casa junto al mar» (que se publicó en 1984) aparecía «El hombre hembra» de Joanna Russ.
Justamente es un ensayo pionero de Joanna Russ (‘Cómo acabar con la escritura de las mujeres’ de 1983, inédito en español hasta 2018!! 35 años después! cuando fue traducido por la editorial española Dos Bigotes) el que nos puede explicar una parte del porqué del desconocimiento de la obra de Ilda.
Aquí algunas de las acciones:
- Negación de la autoría: «Negar que una mujer lo escribió, sobre todo cuando escribe con seudónimo». Fue el caso de Alice Sheldon, otra autora de ciencia ficción, quien escribió con seudónimo masculino como James Tiptree Jr y fue objeto de duda por años. Con Ilda, pasaron dos cosas: primero: el uso de un seudónimo (uno muy significativo: Dolores Espina) le jugó en contra, ya que asumieron en un diario de la época que se trataba de Elena Aldunate y quedó en el imaginario colectivo que era ella quien escribía, cuando en realidad era Ilda. Esto fue provocado por el evidente prejuicio que si había una mujer escribiendo ciencia ficción, forzosamente tenía que ser la única que era más conocida. En segundo lugar, la novela histórica que escribió Ilda sobre el tormentoso romance entre Joaquín Toesca con Manuela Fernández: «La pequeña Quintrala de Joaquín Toesca» (1993) fue plagiada por Jorge Edwards, en su novela «El sueño de la historia» (2000), lo que no pudo ser difundido adecuadamente en la época ya que las copias de la novela de Ilda, se quemaron en un incendio de la casa editorial «Aníbal Pinto» de Concepción. No cabe duda que esto la afectó profundamente.
- Anomalización: «Afirmar que la mujer en cuestión es excéntrica o atípica». Es decir, su producción literaria se debe a que es un persona «extraña». En el caso de Ilda le jugó muy en contra que era una persona muy sencilla (uso acá la expresión «quitada de bulla»), a quien sólo le interesaba escribir y no participaba en eventos o intentaba difundir más su nombre o su obra. Sus intereses literarios eran muy amplios además (por ejemplo: ciencia ficción, fantasía, historia, ensayo, hagiografías) por lo que no era fácil encasillarla en un género literario. Sin ir más lejos, «La casa junto al mar» puede catalogarse de gótico chileno, perfectamente.
- Carencia de modelos: «Reforzar la dominación de los autores masculinos en los cánones literarios con el fin de obstruir la inspiración en escritoras como modelos a seguir». En particular, en el caso de la CF chilena se ha destacado muchísimo sólo a Hugo Correa, por distintos motivos: escribía una ciencia ficción más clásica, su trabajo fue destacado por Ray Bradbury, fue publicado en revistas muy reconocidas del género como The Magazine of Fantasy & Science Fiction y Nueva Dimensión, además de ser el único latinoamericano citado en la The Encyclopedia of Science Fiction. Esto provocó que el resto de mujeres escritoras de ciencia ficción (incluyendo Elena Aldunate, Isabel Allende y la misma Ilda) no fueran vistas como referentes en principio en la época.
- Reacciones. «Obligar a las mujeres a negar su identidad femenina con el fin de ser tomadas en serio». En el caso de Ilda (también de Elena Aldunate), ellas no negaron su identidad femenina, lo que indudablemente les jugó en contra en la época.

En base a todo lo mencionado, me alegra mucho el rescate de la obra de Ilda (casi 50 años después!), que vale muchísimo la pena, no sólo por un tema patrimonial y de memoria histórica de la ciencia ficción chilena, sino porque es una obra original, bien escrita y de una sutileza encomiable.
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