Parto asumiendo que soy una persona muy austera. Gasto muy poco en ropa y comida, tengo la fortuna de tener buena salud (en general). Pero sí hay algo en lo que hacía una excepción y gastaba mucho: cómics y libros (aunque siempre tratando de ahorrar cachureando en librerías de usados, saldos, ferias o cuando habían descuentos en librerías, una de las razones por las que empecé este blog, para compartir esos datos).
Pero llegó el 2020 y lo cambió todo: ¿podría estar un año sin comprar un libro o cómic?
Y la gran pregunta, ¿por qué tendría que estar un año sin comprar un libro o un cómic? Hace mucho tiempo me rondaba la idea de reducir mi compra de libros: sentía que estaba comprando demasiado (sólo porque encontré una buena oferta o el libro estaba MUY barato), que no estaba leyendo todo lo que tenía (entendiendo que comprar y leer van por carriles distintos), me daba cuenta que ya no tenía espacio para más sin volver a una época en que tenía libros en cajas y distribuidos en tres lados distintos y que parecía (como muchos) la protagonista de esta famosa viñeta de Sarah’s Scribbles:
También sentía que ya tenía suficientes libros en papel como para bajar la pila de pendientes durante el año (spoiler: no sucedió) y que podía aprovechar las bibliotecas digitales y todo el material, que debido a la pandemia, las editoriales pusieron a disposición, como para que no fuera necesario comprar más libros (ni en papel ni en ebook). También tengo que asumir que hay pocas novedades editoriales que me interese comprar y que decidí poner mi atención en libros de colecciones que me interesa completar (y que son díficiles de pillar) o en unos pocos libros que quiero tener en papel, porque la edición lo amerita.
Y bueno, ya estoy a 25 días que se acabe este pandémico y extraño 2020 y no he comprado ningún libro o cómic.
Al contrario de lo que pensaba, no ha sido realmente difícil, me ha permitido ordenar mejor los libreros, aunque no logré bajar mucho la pila de pendientes que tenía (de 487 a 478) porque recibí varios regalos (gracias a la Editorial Tácitas: «Como Fernando Pessoa puede cambiar su vida» de Carlos Pittella y Jerónimo Pizarro, «Los brujos de Chiloé: documentos de un proceso judicial» de Matías Galleguillos Muñoz y «Vida, pasión y muerte de Violeta Parra» de Roberto Parra, un regalo de 14 de febrero: Shikasta de Doris Lessing, «La mano del pintor» de María Luque por un concurso de Big Sur Chile, Leviatán: Arturo Prat en las montañas de la locura de Martín Cáceres y hace poco la nueva editorial chilena CaféComics me regaló ¿Me estás escuchando? de Tillie Walden, del cual todavía no hago reseña pero ya leí y espero poder escribir luego). Creo que ha sido una buena idea que me ha permitido bajar la ansiedad por comprar libros que no me interesaban tanto.
Y he podido leer mucho, aunque siento que en un año tan complicado como éste, sí es necesario apoyar a las pequeñas editoriales y autores, razón por lo cual no sé si podría seguir con este propósito el 2021.
¿Y ustedes? ¿Cómo fue la compra de libros y cómics este 2020?
Me llamó tanto la atención tu desafío. Y claro, es muy sabido que uno siempre compra más de lo que puede leer. Siempre.
Estoy pensando seriamente en copiar, no sé, le estoy dando un par de vueltas. Pero la verdad, no me vendría nada de mal. Solo en mi velador tengo 23 libros, que se supone son los más urgentes. En el Kindle varios más y toda la estantería que me hace guiños. En fin iré reportando.
Saludos de tu fiel seguidor.
Al final fue una suerte de anticonsumismo en un año que al menos para mí fue enfrentar el automatismo en decisiones y en la huella ecológica que dejo en el mundo. Animo si te interesa hacer algo parecido, no es dificil.
Hola Berna:
Debido a la necesidad de reforestar el planeta, hace un par de años decidí no comprar más libros en papel, ni siquiera usados. Me compré una Kindle hace dos meses y ha sido una maravilla. Hay muchas páginas de lujo como Project Gutenberg, Internet Archive y Open Culture, que me han permitido descargar muchos libros (sobre todo en inglés), como la saga de Anne of Green Gables y hartos clásicos. Tengo, además, una pila enorme en libros de papel reclamándome, junto con los libros que le puedo pechar a mi hermana y así estar entrenetida por largo rato. Soy también socia de varias bibliotecas en la British Columbia y la BPD chilena. Canadá es un ejemplo a seguir en cuando a bibliotecas, archivos y el acceso a la información entendido como un derecho humano.
Quizá, en unos años más vuelva a comprar algunos textos usados en Oxfam y otras «charities» donde hay muy buenas ofertas.
Berna: «unos pocos libros que quiero tener en papel»
Todos: Sudando al ver que se refiere a una lista de 102 libros.
Fuera de broma: Felicitaciones! 🙂
Son poquitos XD
No pude evitar los «blackfriday». He pacado